A mí no me feliciten hoy, a mí concédanme la igualdad de
derechos y oportunidades por las que han luchado tantas y tantas mujeres en el
mundo. En mi fina opinión los hombres y las mujeres no somos iguales, existen
diferencias sustanciales entre géneros, pero tales diferencias no suprimen ni
subestiman la dignidad de la persona humana, sus necesidades, anhelos y
emociones. Si de celebrar se trata, reconozcamos entonces las diferencias
pero también el factor común entre hombres y mujeres. Si de celebrar se trata,
construyamos entonces un mundo en el que las mujeres tengan el mismo valor que
el hombre; un mundo en el que la mujer que es ama de casa y cuida de sus hijos
lo hace por convicción propia y no porque es lo esperado de su género. Un mundo
en el que la mujer profesionista pueda explotar al máximo su carrera sin que su
pareja le condicione y sin que sus allegados le juzguen. Un mundo donde el
éxito y las oportunidades lleguen por mérito y capacidad, no por condición de
género. Un mundo donde a las mujeres libres y dueñas de sí mismas no se les
tema. Un mundo donde a la mujer le dejemos de llamar “el sexo débil”. Un mundo
donde la maternidad no sea un obstáculo para las oportunidades profesionales.
Un mundo donde las mujeres inteligentes no se queden solas…En pocas palabras…un
mundo en el que todavía no vivo, pero que sé que gracias al esfuerzo de muchos
y de muchas (incluido el propio), podrá ser un mundo en el que me gustaría ver
crecer a mi hija.